martes, 13 de enero de 2009

'Electric arguments', de Paul McCartney



A pesar de su fama de componer ‘tontas canciones de amor’, como él mismo llegaría a cantar, Paul McCartney (Liverpool, 1942) siempre fue el ‘beatle’ más vanguardista. Ideas suyas fueron el icónico disco ‘Sergeant Pepper’s lonely hearts club band’, cuya elaborada música psicodélica se complementó perfectamente con el espíritu de la década de los sesenta; la película ‘Magical mistery tour’, basada en el vagabundeo de los hippies californianos del distrito Haight-Ashbury; y la larga coda final del álbum ‘Abbey road’ donde las canciones se suceden y conforman la conocida ‘pop-ópera’, la primera sinfonía del rock.
El hijo pródigo vuelve a las tiendas de discos y a las descargas de Internet con The fireman, el nombre del dúo que desde 1993 mantiene junto al productor Martin ‘Youth’ Glover, miembro de la banda Killing Joke y conocido productor de bandas tan importantes como U2 y Depeche Mode entre otros. ‘Electric arguments’, título salido de un poema del bardo ‘beatnik’ Allen Gingsberg, es el nombre de un disco «variado y ecléctico», según la discográfica independiente One Little Indian Records, que incide en la experimentación con sonidos electrónicos que ‘el bombero’ lleva realizando desde hace quince años.
Fue en 1993 cuando el primer disco de The fireman, ‘Strawberry oceans ship forest’ se publicó de forma anónima en el sello EMI. Nadie sabía quién estaba detrás, una práctica nada extraña para el inquieto McCartney. Dejando aparte el grupo en el que se refugió durante los setenta tras el trauma por la ruptura de The Beatles, Wings, Paul McCartney ha usado múltiples seudónimos. Ya en 1966 firmó canciones para Peter & Gordon como Bernard Webb para comprobar si las composiciones tenían éxito por sí mismas y no por la fiebre ‘beatlemaniaca’. A lo largo de su carrera motes como Apollo C. Vemouth, Paul Ramon y Percy Thrills Thrillington le han servido para producir discos o participar en grabaciones sin que su competencia musical se viera distorsionada por la fama de su nombre.

Al primer disco de The Fireman, que no obtuvo ningún éxito, le siguió cinco años después ‘Rushes’. Los dos álbumes eran totalmente instrumentales, conformados por pedazos de canciones que McCartney nunca llegó a acabar tamizadas con sintetizadores. Muy experimentales, público y crítica les dieron la espalda. Pero esta vez las cosas han cambiado. Diez años después ‘el bombero’ canta por fin con la voz gastada del ex-beatle y sus trece temas, grabados durante otros trece días sin plan previo –McCartney ha asegurado que no tenía ninguna canción escrita para el disco y que los temas surgieron durante las sesiones–, responden a influencias que van desde los rockeros Led Zeppelin al progresivo art-rock de Arcade Fire.
McCartney tiene motivos para estar feliz. Si grabando ‘Electric arguments’ ha afirmado a la prensa que tuvo la misma sensación que durante las sesiones del ‘Sergeant Pepper’s...’, su primer single, ‘Sing the changes’, lleva seis semanas en la prestigiosa lista de éxitos Billboard de Estados Unidos, y además sigue innovando al colgar el álbum íntegro a disposición de sus fans en Myspace, donde puede escucharse pero no descargarse. El viejo zorro Paul siempre veló por sus finanzas.
Recién salido del cuarenta aniversario del ‘Album blanco’ de The Beatles, McCartney ha dejado caer que una gira con’Youth’ Glover y los temas de The fireman quizá ocurra. «Es una buena posibilidad», ha afirmado feliz después de haber trabajado en estudio con otro músico tras dos discos navegando en solitario. A sus 66 años, el niño que con catorce años ya componía al piano temas como ‘When I’m sixty four’ y que con sólo 22 era llamado, merecidamente, un genio de la música, sigue asegurando que estos retos «hacen que la emoción siga viva para mí».

Un post de Iván Restoy

miércoles, 7 de enero de 2009

Maruja Torres y el Nadal



Una tragedia. Los que estaban dormidos han despertado y aquellos que todavía sueñan con el triunfo de la razón han comprobado que engendra monstruos. Conceder el Premio Nadal a la novela de pascuas de la 'escribidora', en palabras de Roberto Bolaño, Maruja Torres es desprestigiar para una década este premio que se oponía al Planeta por calidad literaria general e incluso pecuniaria: los 18.000 euros de recompensa no pueden competir con los 100 millones de las antiguas pesetas que ofrece la editorial vendedora de enciclopedias al afortunado de turno.